domingo, 1 de abril de 2007

El cenicero palentino

Hace muchos años vivía, en el recibidor del Palacio de Justicia de Palencia, un cenicero de cerámica con un dibujo de las casas colgadas de la República de Cuenca.
Era un cenicero feliz, en apariencia, ya que en el fondo se sentía vacío. No lo trataban como se merecía. Ya lo decía el ceramista que lo creó.- Vas a llegar lejos cenicero, concretamente al Palacio de Justicia de Palencia. Como me has salido irregular te voy a regalar al gilipollas de mi cuñado, que es fiscal.
Y así era. El cenicero tenía un pequeño defecto en la base, y al apagar los cigarros se tambaleaba y hacía un ruido bastante ridículo.

Un día de junio, llegó al edificio Juan Tamariz. Eran las 12 de la mañana, y todo el mundo volvía de almorzar, incluido el mago.
Al entrar en el inmueble, Juan Tamariz tiró dentro de nuestro amigo un palillo de dientes con restos de comida procedentes de la boca del mago.
No mucha gente sabe que Juan Tamariz tiene los dientes exactamente igual posicionados que las piedras de Stonehenge, lo que generó un influjo mágico sobre la morfología del cenicero y lo transformó en ser humano.
Nuestro amigo el cenicero no salía de su asombro. Tenía aspecto humano pero, como siendo cenicero era ligeramente deforme, dicha deformidad quedó plasmada en su cuerpo de ser humano, y el resultado fue una mezcla entre Angel Cristo y el Langui.

Pues bien. Dicha transformación tuvo lugar a las doce de la noche (hora típica de esta clase de acontecimientos).

El hombre cenicero iba completamente desnudo. Lo único que cubría su cuerpo era el dibujo de las casas colgantes sobre su pecho a modo de tatuaje, bastante ridículo por cierto.


Fue corriendo a buscar algo para cubrirse, pero lo único que encontró fueron las togas de los letrados, se puso una y salió del lugar.
Eran las dos de la madrugada. Nuestro amigo caminaba por las calles de Palencia con su cuerpo deforme y una túnica de abogado. Tuvo suerte al no encontrarse con nadie, por que su imagen era escalofriante; un tío con cara de cenicero, deforme y con una toga negra. No sabía donde ir, hacía frío, así que decidió resguardarse dentro de un cajero automático.
Dentro del cajero había un punky dormitando en un rincón. El hombre cenicero entró sin prestarle atención y se sentó en el suelo. En ese momento el punky se despertó y miró al sujeto que estaba junto a él. Al darse cuenta de que le observaban, el cenicero pensó que debía ser por la toga, así que se la quitó y dejó ver su tatuaje de las casas colgantes. A todo esto, el punky empezó a partirse el culo de risa, y le dijo al cenicero:- oye primo, llevas colillas en el ombligo.- El hombre cenicero no supo que contestar, al fin y al cabo él había sido sólo un cenicero, y nunca había tenido interés en aprender el idioma de los humanos. Lo entendía, pero no sabía contestarle. El punky, que era licenciado en filología hispánica en la universidad de Salamanca, decidió enseñar a nuestro amigo a hablar.
Cuando amaneció, el punky llevó a su nuevo amigo a conseguir algo de ropa y, como no tenían un duro, el único sitio al que podían ir era a pedírsela a la iglesia.
Fueron hacia allí y entraron en el templo por la puerta principal. Era domingo y la misa de la mañana transcurría con normalidad, hasta que llegaron el punky y el cenicero.
Todas las viejas se volvieron al unísono, y el grito que pegaron hizo que un monaguillo, endormiscado debido al los vapores de las velas, se cayese de la silla y se abriese la cabeza contra el altar. El cura, completamente desorientado, echó de la iglesia a aquellos espantosos individuos y llamó a una ambulancia.
Al final descubrieron que lo de la beneficencia estaba en el edificio de enfrente.
Una vez conseguida la ropa, el punky y el cenicero mendigaron por ahí un par de euros para comprar una litrona, y se sentaron en un parque a comenzar las clases avanzadas de lenguaje.

Varias semanas después, nuestro amigo el cenicero dominaba perfectamente el castellano y un poco el catalán, y ya estaba preparado para afrontar cualquier situación.
El punky dejó a nuestro personaje una mañana de julio, que se coló en un tren de mercancías durante un trasbordo, cuyo destino es imposible precisar.

Nuestro amigo encontró en los periódicos lo que sería su vocación. Le apasionaban los crucigramas, eran su debilidad. Se pasaba las horas muertas resolviendo autodefinidos.
De modo que un día, decidió dedicarse profesionalmente a hacer crucigramas, pero no a resolverlos, sino a plantearlos. Se pateó todas las editoriales de periódicos y revistas, y en todas le recibieron los seguratas en lugar de los recepcionistas.

Un poco decaído, nuestro amigo mendigó unas monedas para comprarse un rotulador permanente y decidió hacer crucigramas en todos los urinarios públicos para que las buenas gentes que se dispongan a defecar en un water colectivo, puedan ejercitar su mente tal y como la ejercitaba el bueno del hombre cenicero.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Fabada Global presenta:

Me gustaría hacer una introducción para explicar en que va a consistir esta subsección, pero me resulta bastante complicado. Posiblemente este sea el único párrafo con sentido que escriba en todo el fanzine-ezine, así que no os acostumbréis. En esta sección me voy a dedicar a plasmar lo que sale de mi encefalodepuradora, es decir, en mi cerebro (y en mi sangre) entra mucha, muchísima mierda, y mi cerebro, a modo de filtro, convierte toda esa mierda en agua potable con la que lavarse las axilas y, a ser posible, reírse un rato.

El porqué (Rats story)

Cuenta la historia que hace algunos años, una rata hedionda vivía feliz en un vertedero. Su vida era muy agradable, comía todo lo que se le antojaba, podía dormir todo el día si quería y poseía una amplia recua de ratas hembras dispuestas a complacerle y dotarle de una numerosísima descendencia. Esta rata tenía todo lo que pudiera pedir una rata, pero un día pasó algo que cambió su vida para siempre.
Estaba una mañana de diciembre revolcándose en una montaña de residuos sólidos cuando algo bajó del cielo y se detuvo grácilmente ante ella entre una espesa nube de humo. Nuestra amiga la rata, al abrir los ojos, pudo ver al individuo que había bajado del cielo; ante ella había un enorme jabalí cubierto de heces que le dijo lo siguiente:- genuflexiónate rata, soy el padre de todos los hombres, aquel que llaman Dios, y tengo una misión que encomendarte.- La rata, que se quedo sin habla, se arrodilló ante el enorme puerco y agachó la cabeza todo lo que pudo. El jabalí comenzó a hablar de nuevo;- necesito que salves a la humanidad, el mundo está cayendo en una debacle pecaminosa, debes salvar el destino de la humanidad.- La rata, con mucha dificultad para articular palabras le dijo:- pero yo solo soy una humilde rata de vertedero-, a lo que Dios contestó;- con mi ayuda, serás el ser más poderoso de la tierra, tendrás el mejor ejército del planeta a tu servicio y un potencial armamentístico único.- La rata, un poco más animada le preguntó:- pero padre, ¿Cómo voy a conseguir dominar a los hombres si solo soy una rata? jamás permitirían algo así- Tranquila hija mía, te dotaré de forma humana, a ti y a tu gente de confianza, para que la raza humana no sospeche en absoluto.- la pequeña rata accedió modestamente a realizar la misión que dios padre todopoderoso le había encomendado.
Rápidamente la rata congregó a su hermano, a una rata de su aren que le gustaba especialmente y a una cuantas ratas más y les explicó toda la aparición. Las ratas se lo creyeron todo sin demasiado esfuerzo. Al día siguiente fueron todas las ratas al lugar donde se había producido la aparición, y en cuestión de minutos una densa nube de humo descendió del cielo y se detuvo sobre sus cabezas levitando como el día anterior. Cuando se disipó el humo, todos los allí presentes pudieron ver al enorme cerdo peludo. De pronto, dios dijo:- este va a ser tu equipo de gobierno, espero que los hayas elegido con buen criterio.- La rata se arrodilló y asintió con una humildad nunca antes vista en una rata. Dios, satisfecho, movió su pezuña y todas las ratas cobraron forma humana, las ratas sorprendidas no dejaban de mirar sus nuevos cuerpos, y con un movimiento de su otra pezuña les hizo desaparecer del lugar.

Las ratas lograron adaptarse rápidamente a su nueva situación, adoptaron nombres como George, Jeff o Condoleezza, entre otros y consiguieron dominar el mundo tal y como quería el todopoderoso. La pequeña rata encargada de la misión hizo muy bien su trabajo, y logró hacerse sin ningún problema al ilimitado poder que se le había otorgado. Y vivieron felices y comieron mierda. Bueno, no fueron del todo felices; al cabo de un tiempo, nuestro protagonista se vio envuelto en un escándalo de homosexualidad con otro líder, que curiosamente no fue rata en el pasado, fue cucaracha. Y, un servidor, ha hecho un pequeño esfuerzo periodístico y ha conseguido una imagen que lo verifica.